Agente inmobiliario internacional. Serio por fuera, bromista por dentro (y muy fan del trato de verdad).
Nunca pensé que acabaría en el mundo inmobiliario. Si me lo hubieran dicho hace unos años, probablemente habría soltado una carcajada, pensando: “¿Yo, vendiendo casas? Ni de broma.”
Siempre imaginé este trabajo como algo serio, encorsetado, lleno de frases ensayadas y sonrisas falsas.
Pero, como suele pasar en la vida, me equivoqué. Y también, como suele pasar en mi vida, Carla tuvo algo que ver. Gracias a ella descubrí que ser agente inmobiliario no significa actuar. Al contrario: significa ser tú mismo.
Escuchar de verdad. Acompañar a personas reales. Estar ahí en uno de los momentos más importantes de sus vidas. Y sí, también significa echar alguna que otra risa en el proceso.
El día que empecé a hablar con mis primeros clientes sin impostar nada —como soy yo, directo, honesto, tranquilo y con sentido del humor— entendí que no solo podía encajar en este mundo, también podía disfrutarlo.
Hoy, en Ibisunset, aporto lo que siempre me ha salido natural: una escucha activa, una honestidad sin maquillaje y una actitud relajada que hace que todo fluya mejor. Porque comprar o vender una casa no tiene por qué ser una experiencia fría, distante ni de corbata ajustada.
Puede ser humana. Cercana. Y, si se puede, hasta divertida.